martes, 10 de marzo de 2009

El tiempo no perdona (2)

Segundo (micro)capítulo de esta (micro)novela. Espero que os guste.



New York, February 2nd, 1979


Lillian también se despertó temprano esa mañana, tenía mucha, mucha prisa. Tomó dos cafés solubles en tazas distintas, para no perder tiempo calentando la leche y se duchó con agua fría, ya que tardaba demasiado en calentarse.
Salió corriendo de su casa y llamó al ascensor.
"¡Vamos, vamos, vamos!" le gritó, pero el ascensor la ignoró completamente mostrando una descortesía muy impropia de un ascensor. Así que tuvo que bajar corriendo las escaleras de los ocho pisos de su edificio. En el último tramo se tropezó, y no cayó al suelo gracias al solícito portero, que la sostuvo con facilidad cuando la vio.

-Gracias, Robinson- dijo ella.
-De nada seño...

Lillian no llegó a escuchar el final de la frase y siguió corriendo a la puerta de su edificio. Al salir a la calle llovía y hacía frío, pero ella compitió con las gotas corriendo rápidamente hasta la parada del autobús, que la llevaría al nderground, que la llevaría a otro underground, donde tendría que coger otro autobús que la llevaría (por fin) a su maravilloso trabajo de camarera en un Starbucks recién abierto.
A la salida del segundo underground vio un cartel que llamó poderosamente su atención: "The importance of being Ernest". ¡Le encantaba esa obra! Desgraciadamente nunca había tenido la oportunidad de verla representada. El tiempo se detuvo cuando ella paró a mirar el cartel. No conocía a los actores ni a la compañía, pero el director tenía muy buena fama. Sería genial poder ir a verla... desde que empezó a trabajar no había tenido ni un momento para ir al teatro. Cogió un bolígrafo para apuntar la dirección del teatro, pero la multitud la arrastró y le recordó que llegaba tarde a trabajar.
Por suerte, no tuvo tiempo de lamentarse por ello pues desde la hora de entrada hasta el principio de la tarde no tuvo más que diez minutos libres, que empleó en comer algo para no desfallecer. El local estaba especialmente atestado de clientes, y todos con nombres aburridos que le quitaban toda posibilidad de usar algo de creatividad al escribirlos en los vasos.
Cuando salió de trabajar, agotada y aburrida, ni se fijó en el cartel de su obra de teatro volviendo a casa.

Cuando llegó al portal, Robinson la saludó con su sonrisa perfecta.

-Buenas tardes, señorita.
-Buenas tardes Robinson -Lillian sonrió, cansada.
-Debería tener más cuidado cuando baja las escaleras. Es más rápido intentar bajarlas todas de golpe, pero mucho más peligroso.

Lillian rió. Robinson era la única persona que la hacía reir a lo largo de su día. Era un chico simpático, y aunque no era demasiado guapo, a ella le parecía que su sonrisa eterna y sus ojillos traviesos eran más sinceros y bellos que la mayoría de los que había visto nunca. Tendría aproximadamente su edad, veinticinco años, pero él parecía más joven. Lillian estaba siempre tan cansada que aparentaba ser mucho mayor.
En estas reflexiones se encontraba la chica cuando se percató de que llevaba tres minutos callada mirando a Robinson.

-¿Se encuentra bien, señorita?
-Sí, sí... sólo estoy cansada -llamó al ascensor, que con su carácter impertinente llegó demasiado pronto- Hasta luego.
-Hasta luego, señorita.

"Cómo odio a este maldito ascensor", pensó Lillian.
Cuando entró en casa, miró con avidez el libro de "Italian poetry" que llevaba meses intentando leer, pero su jornada laboral estaba lejos de acabar. Últimamente enviaba un artículo diario (mal llamado "de opinión") a un periodicucho. Al principio el trabajo la entusiasmaba, pero pronto se dio cuenta de que en el periódico no pedían que diera su opinión, sino que transmitiera la del redactor jefe. Después de que le rechazaran muchos artículos, decidió someterse a la dura mano del "criterio editorial", así que su trabajo las últimas semanas había sido coger una noticia del día anterior y ponerle un par de notas que parecieran transgresoras y, en realidad, fuera lo mismo con otras palabras. Se sentó frente a su máquina de escribir y pasó horas pensando sobre qué escribir.
Cuando quiso darse cuenta, eran las 7 p.m. y la redacción del periódico cerraba a las 8. No tenía escrita ni media columna, así que lo culminó con varios tópicos. Con un poco de suerte, los lectores no se daban cuenta de que ya los había usado la semana pasada en un tema radicalmente distinto. Cogió su anodina hoja y salió de su casa a toda prisa. Apenas saludó a Robinson, por la tarde "sólo" tenía que coger tres autobuses. En el trayecto, vio de nuevo el cartel de "The importance of being Ernest" y le dio tiempo de apuntar el número de teléfono. Sonriente, llegó a la redacción y entregó su artículo.

De vuelta a su casa pensó que no quería ir sola al teatro. Tal vez Robinson quisiera acompañarla... sería una oportunidad perfecta para conocerlo mejor. Además, tenía entendido que a Robinson le gustaba Wilde, o algo así recordaba de una conversación pasada.
Decidido, iría con el portero al teatro.
Cuando llegó a su portal, se dio cuenta de que la jornada de Robinson ya había terminado.
"No pasa nada... mañana por la mañana se lo propongo".

Al día siguiente, su despertador no sonó y ella llevaba demasiada prisa como para decirle nada al portero. Otro día de trabajo la fatigó sobremanera, y se olvidó por completo de sus planes.

Pasadas dos semanas, poco después de comer, abrió un cajón de su mesilla de noche y se encontró el papelito en el que había apuntado el número del teatro. Ansiosa, llamó.

-Teatro "The fourth wall", ¿dígame?
-¡Hola! Quería encargar una... no, dos entradas, para "The importance of being Ernest".
-Lo lamento mucho. Se han acabado las entradas para todos los pases.
-Pero... ¿no queda ninguna entrada? -Lillian tragó saliva y se atragantó.
-No, lo siento.
-Vale... muchas gracias... -la muchacha colgó.

Se levantó, pálida y rígida, y fue al salón. Una vez ahí se tiró al suelo, demasiado cansada para pensar, demasiado triste para llorar.


Fin del comunicado.

5 comentarios:

D'Arath dijo...

Tío! me encanta como escribes! Creo que no había leído algo así de ti. Felicidades, ojalá tengamos más de esto pronto!

Feldkhon dijo...

@The Dumb Ox: Thank you!

@D'Arath: ¡Gracias! :) Tengo la intención de continuar y terminar esta "serie", espero que sea pronto.

Kelvariel dijo...

Me encanta! Me gustaría saber escribir tan bien como tu...

Feldkhon dijo...

@Kelvariel: ¡Gracias! No escribo tan bien, exagerada xD

Sara Mor dijo...

Habib, actualiza!

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